domingo, 8 de septiembre de 2013

La sangre habla

  - Dime, ¿Quieres conocer a tus demás hermanos?

Me quedo callado y medito mi respuesta, era la primera vez que me lo preguntaba y la primera vez que él me lo preguntaba.

 - No, no me interesa conocerlos – mentí, por supuesto que mentí.


Me gustaría conocerlos. De alguna manera me parece triste que por el mundo vanguen personas con mis mismos genes, o al menos la mitad, y yo no las conozca, me gustaría conocerlos, llevarme bien con ellos pero solo sin son mis medios hermanos. Si me preguntaran si quisiera conocer a mis primos, la respuesta seria:

- Me da igual – total indiferencia – puedo vivir perfectamente tranquilo si los conozco como si no los conozco, realmente no me importa.

La diferencia está en la cantidad de material genético que compartimos, 1/4 ó 1/8 no se compara a 1/2, tal vez sea que entre más genes compartimos más parecidos seremos, tal vez solo estoy buscando un espejo con el cual adularme, sentir alivio de no ser el único en el mundo pero es mas que obvio que habrá alguna diferencia. Incluso entre gemelos identicos las personalidades y rasgos difieren diametralmente pero a un así hay rasgos comunes tan obvios como el aspecto físico y tan sutiles como la forma de reaccionar al asustarse, la misma reacción espontánea ante el asombro, la misma forma de reír, la misma profundidad en los ojos, porque después de todo has compartido una vida con ella o él y cierta esencia se mantiene igual en ambos, inalterable ante el paso del tiempo. Por eso mismo muchos hermanos se odian, pues se ven reflejado en el otro y lo que observan no les gusta, repudian la imagen que ven pues odian la parte de ellos mismos que se refleja en el otro.


A si que, tal vez, queriendo conocer a mis medios hermanos quiera conocer mi propia esencia, solo quiero un estanque donde ver reflejado mi rostro. Pero también el hecho de saber que podría tener una familia más numerosa me hace sentir más seguro, protegido, como polluelo en su nido. Pero a la familia no la hacen los genes o eso es lo que nos gusta pensar, si ahora mismo tuviera que elegir entre salvar a mi media hermana y a una desconocida de un coche en llamas, salvaría a mi media hermana… bueno tal vez salvaría a la que me pareciera más buena… lo que quiero decir es que es más fácil acercarte a un familiar, a pesar de no haberlo visto nunca, que acercarte a un desconocido, la sangre habla y nosotros escuchamos.