martes, 10 de marzo de 2015

Lascivia cristalizada. Piel desnuda y suculenta. Delicias carnales Y Deseos elementales.

Dulce agonía que provoca tu perfección, violenta impotencia que golpea el interior de mi cabeza. La bellamente tallada figura de tu cuerpo llena de furia el instinto y de coraje el corazón, reduce el pensamiento crítico, se resiste la razón y el deseo llora de impaciencia, ¿cómo aplacar la bestialidad que consume mi espíritu? cuando no soy más que un animal que es provocado en el punto más sensible de su constitución. Un tigre aprisionado por barrotes de humanidad que muere de hambre y al que se le pone enfrente un filete de carne tan suculenta y de aroma tan seductor que destruye la mera conciencia al contacto con los nervios de mi percepción.

Suaves labios, carne tersa y carnosa, de color brillante, que contrasta de forma agradable con tu piel. Que ganas de sentir su humedad recorrer mis labios. Que ganas de beber del néctar de infinito placer que brindaría semejante fuente de miel. Sentir el musculo perfecto del interior que con vida propia recorre cada rincón de mi boca, sentir aquel tentáculo que se envuelve en el mío. Llenar cada célula de mi boca con éxtasis, éxtasis provocado por el placer de sentir tan de cerca el interior de una diosa perfecta. Demonio de la lujuria, torturadora de placer, incluso el roce de tu respiración provoca el impulso irresistible de tomarte.

Podría morir feliz en este momento al haber probado el elixir que emana de las suaves curvas de tus labios. Un elixir de sabor tan profundo e infinito que es irreconocible y es imposible de sentir solo con la lengua. Pero sería un desperdicio morir sabiendo que puedo probar más trozos de aquel flan suave que se deshace en la boca, tan delicioso a la vista que hincha hasta el límite mis limitados sentidos de la belleza.

Imposible resistir semejante regalo que el universo tuvo el honor de construir, imposible creer que sobreviviré cuando me sumerja en los inmensos océanos de tu piel, me perderé en cada rincón de este mundo inexplorado y cada nuevo territorio encontrado será olvidado al encontrar otro, pues cada uno es tan hermoso que no habrá en la mente espacio suficiente para albergar tanta magnificencia y así me perderé en un mundo infinito, moriré de hambre pues solo me alimentare de tu carne.

Quisiera devorarte, saborear cada espacio de tu piel, comerte, unirme a tu piel de forma tan profunda que no pueda distinguir mi propio cuerpo, perderme en el éxtasis infinito que brota del vacío profundo de tu ser.

Maldigo este cruel sentimiento, este instinto animal. Lujuriosa creación de la vida eres tú, perfección maldita, reflejo de la sabiduría de la naturaleza que me esclaviza con su forma divina, demonio del deseo que incita la maldad de lo animal. Caeré en la tentación que provocan las finas líneas de tu cuerpo  pues es la única forma de evitar el sufrimiento que provoca tu desbordante sensualidad. Sensualidad que tiene sustancia y es tan espesa como la miel. Sustancia que emana de tu piel y se cuela por cada poro de mi cuerpo y desgarra cada fibra de normalidad.

Violento impulso que provoca tu simple presencia. Presencia que es magnificada por el aroma dulce de efecto embriagador que desprende tu ser. Hipnotizante es el efecto de tus ojos grandes y profundos como la inmensidad del cosmos.

Todo en ti es un desfile de manjares a mis sentidos, todo mi cuerpo se estremece y apenas puedo soportarlo, pues las sensaciones que provocan son de naturaleza tan violenta que destrozan cada ápice de mi conciencia, cada elemento de personalidad, cada trozo de mi ser.

Maldito placer el que provoca tu existencia. El ardoroso deseo de tenerte solo me provoca sufrimiento. Eres un placer delicioso que hiere, que sangra mi ser. Eres la encarnación de afrodita. Eres lascivia cristalizada. Eres lujuria andante. Eres una lucha encarnizada. Una orgia de mil cuerpos. Eres una diosa sin defectos.

Eres una tentación tan peligrosa que si me hundo en ti nunca más querré salir más si te ignoro el tormento de tu cruel recuerdo no hará mas que sumergirme en la dolorosa muerte del pasado. No sé qué destino sería peor.

Tenerte sin duda es el deseo más profundo y al que golpea con más violencia mi instinto. Más la imposibilidad de fundirme en tu esencia me produce una gran impotencia. Sé que sumergirme en tu gloria carnal solo exacerbará más mis salvajes instintos. Una vez solo provocara que me vuelva adicto. Seré una salvaje bestia a la que no le importa sangrar, un poseso, un cumulo de puros instintos que solo busca la lujuria en tus labios.

Una maldición que aceptare gustoso, seré un demonio que se cuela en cada rincón de tu existencia. Que se restriega contra cada pliegue de tu piel. Que succiona cada gota de miel de tu boca. Que se presiona tan fuerte contra tu presencia como le permiten sus músculos. Seré una quimera que se alimentara de tu carne eterna. Seré una cosa que disfruta con cada milímetro de piel la piel que roza. Seré solo una entidad que se llena con la infinita frescura de tu aliento. Un monstruo que solo vive para devorar. Una sanguijuela que bebe de la infinita fuente de tu sangre. Seré algo informe y antinatural que se alimenta de ti con una desesperación incomprensible.

Y a pesar de haberme convertido en un monstruo de indescriptibles facciones que te devora con infinita pasión no logro alimentarme, solo consigo consumirme. Soy una bestia muerta de sed que bebe agua salada. Por más que bebo no logro llenar este profundo deseo. Cada vez que te consumo este vacío parce hacerse más grande. Cada vez que te pruebo mi deseo solo consigue acrecentarse. Soy un enorme vacío que se vuelve más grande cada vez que vierto más de ti en mí. Soy un donante de vida. Una cascara vacía. Eres tan inmensa que diluyes mi esencia.

No puedo vivir sin tu piel pero vivir con ella me está matando. Así pues no parece haber más remedio. Aceptare este cruel y delicioso destino. Moriré aferrado a tu lado. Probare tu carne hasta que mi vitalidad sea succionada por tu desgarradora presencia. Hasta que mi alma sea devorada por la profundidad de tus ojos.

Y cuando solo quede de mí un cascaron. Mi piel vacía colgara de tu sombra. Y el vació que me mato se perderá en la insondable pasión que nació de tu cuerpo y murió con mi obsesión.

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