Yo odio San Valentín
Lo odio profundamente
Un odio que no tiene fin
Un odio sin precedente
Un odio demente e inclemente
que fácilmente me pone demente.
Por todos lados hay gente indecente
de mente adolescente que vorazmente
consumen objetos corrientes,
osos de peluche sonrientes
que terminan machados de simiente
y devueltos al remitente
en cuanto este se convierte
en un ex del que solo deseas la muerte.
Chocolates holandeses,
condones de sabores,
globos voladores,
chicles y moteles.
Todos estos objetos destinados
a allanar el terreno,
a marcar el camino
donde tomados de las manos
todas las parejas llenan
parques y autobuses,
restaurantes y callejones.
Donde se alimentan
de la saliva abundante
que desborda su amante.
Escarban salvajemente
su boca indecente
donde terminan
limpiando de sus dientes
los ejotes que comió hace tres noches.
Todo reluce con rojos y rosas,
se escuchan canciones mimosas.
Todo es un desfile de cursilerías
y declaraciones de amor dudosas.
Y ante tanta presión de la sociedad
que me empuja a participar en este ritual;
le digo que no puedo pues sufro de
soledad.
Así que jodete no participare en tu
festividad.
Por eso este catorce me vestiré de negro
y me comportare como amargado ogro.
Intentare en mis ex no pensar
y después de hacerlo tratare de no llorar
y después de llorar procurare no sentir
tanto rencor
y en mi cuarto me encerrare a ver
películas de horror.
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