miércoles, 27 de marzo de 2013
Espejos vacíos, notas musicales, golpes en la cabeza, recuerdos que se mecen en las hojas y balas en la recamara.
Una sonrisa rota se estrella contra un espejo vació que no puede reflejar. La locura se apila en un lugar oscuro y profundo del espejo. Las cosas caen por el espejo y nunca tocan fondo. Las pesadillas trepan por las paredes resbalando por su húmeda superficie. Arañas, insectos, animales ponzoñosos que se apilan alrededor de los cadáveres, alimentándose de podredumbre y carne muerta.
Golpe, golpe, golpeo mi cabeza, no, es la cabeza de alguien más, no, soy yo golpeando mi propia cabeza, golpea con fuerza, golpea con fuerza y tal vez logres hacer que escupa algo, sangre, el cráneo empieza a romperse, estalla, explota, sesos, neuronas mutiladas salen despedidas, solo queda un hueco vació en lo que antes era un cerebro humano, nada hay en él, oscuridad, profundidad absurda, silencio incomodo, patrañas, no encuentro las palabras para salir de aquí, estoy atrapado, abrumado, sin fondo y sin forma me pierdo en mi propio vació.
El ritmo canta, cambia, se mueve, el viento sopla en una nueva dirección, me arrastra, me empuja. Los miembros de la comunidad de las golondrinas perciben el sutil cambio y se abalanzan a conquistar el nuevo viento que sopla en dirección opuesta, todos se adaptan, todos evolucionan, cambian sus patrones de comportamiento, las cosas cambian, el flujo infinito del tiempo, la metáfora del rio y la vida, las añoranzas y recuerdos, los sueños y sufrimientos, quedan a tras pero tú los sigues arrastrando, no valen la pena, el flujo del tiempo es imparable, inquebrantable, no te deja escapatoria, ni te permite otra opción, solo tienes que dejarte llevar por él, pero eres demasiado pesado para ello.
Toca la guitarra deja que las notas hablen por ti que los sentimientos fluyan con la música, que la música haga vibrar el viento, que el viento sea empujado por la música, que el viento empuje a la música, que la lleva por todos los rincones del mundo que te gustaría visitar, que te gustaría ver, que solo puedes imaginas, por los lugares que solo puedes soñar, con los lugares donde la existencia es etérea, que te lleve a sentarte en la cima de un arcoíris, que te lleve a lomos de las mariposas a sorber néctar de las flores de lis del estandarte de Juana de arco, que te lleve a los fondos oceánicos a ver por dentro las luces que despiden los peces de mandíbulas enormes y rostros feroces, que te lleve a contemplar la luna sentado en una nube, que te lleve a poder oler el sentimiento con el que está impregnado un suspiro, que te lleve a sentir los rayos del sol en el desierto mientras nieva, que te lleve a conocer la sonrisa que volverás a tener.
El viento sopla, se lleva las hojas secas del árbol caído, se lleva las estaciones, se lleva tu sonrisa, se lleva tu presencia, se lleva los recuerdos, se lleva todo lo que merece ser llevado, se lo lleva meciéndolo suavemente sobre las hojas doradas y rojas, no deja nada, solo deja un cascaron, un cascaron que se rompe, él cascaron se hace añicos y quedan cenizas, cenizas que también son llevadas por el viento y entonces que dejo el viento, nada, pero tampoco es que importe mucho, te quedas sin nada, pero no importa, porque no se llevó nada importante, todo puede volver a reconstruirse, puedes formar nuevos recuerdos, forjar un nuevo futuro que se convertirá en pasado, el mundo sigue adelante contigo o sin ti, así que es mejor viajar de la mano con él, tiempo hay de sobra y aunque tu tiempo se termine no importara, porque de las cenizas se puede fertilizar la tierra, las cosas rotas pueden arder y dar luz y calor, la sangre derramada alimenta a los mosquitos, de los cadáveres nace nueva vida, tal vez no muy agradable ciertamente, pero vida al fin y al cabo, vida que alimenta a pájaros, arañas, anfibios, peces, un ciclo interminable de nueva vida que nace de la muerte.
Ahora, la ruleta rusa vuelve a girar, apuntas su amoral cañón a tu sien nuevamente y rezas para que no te vuelva a tocar una bala.
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