Su mirada se aleja de la mía, no quiero que se
vaya, así que sostengo su mano con brusquedad, su piel es cálida y mi pulso se
acelera, mi respiración se entrecorta, no se que hacer, ella espera que diga o
haga algo, bajo la mirada, no puedo mirarla a los ojos mientras dudo, que puedo
hacer, decirle que la amo, que no quiero perderla, que no puedo ni quiero
afrontar la vida sin ella, ¿Servirá de algo?. No pierdes nada con intentarlo y
te maldices por no ser mas inteligente, por no poder exprimirle a tus sesos una
respuesta mas adecuada, tal vez diciendo las palabras adecuadas todo se
solucionaría o al menos el proceso seria menos doloroso, pero este no es el
caso, nunca fuiste muy elocuente con las palabras, esto es todo lo que tienes
una frase triste y patética: “Te quiero y no quiero que te vallas, ¿Por qué eso
no es suficiente para que te quedes?”.
La vuelves a mirar a los ojos y
abres tus labios para pronunciar las únicas palabras que te vinieron a la
mente, pero ella es mas rápida y decidida que tu, se te acerca velozmente y te
da un fuerte abrazo, te arranca las palabas de los labios, su cercana presencia
arranca la voz de tu garganta y la derrite con su calor. Tu la rodeas
lentamente con tus brazos, acercas suavemente el rostro a su pelo y hueles su
perfume, inhalas profundamente, pausadamente, quieres grabar el recuerdo de su
olor en tu mente, el suave tacto de su piel en tus brazos, jamás quieres
olvidarlos, de ser posible tu mismo te sacarías el cerebro y tatuarías con
fuego cada detalle del momento en la región correspondiente. Pero solo puedes
concentrarte, concentrar todos tus sentidos en este momento, abandonar tu
conciencia y dejar que tus instintos vivan por ti, para no dejar que el
pensamiento cuente el tiempo, para no sentir el flujo de los segundos, para no
sentir cuando el final se acerque, convertir este fragmento de tiempo en algo
infinito, poder sentir la forma del espacio y el tiempo, poder moldearlos con
las manos, estirar esta única burbuja de existencia y expandirla, hacerla tan
grande como el universo, crear un nuevo cosmos con este momento, que este
instante ocupe todo el espacio y todo el tiempo de este nuevo universo, que
solo exista congelado, inmóvil, inerte, eterno, sin imperfecciones ni
perturbación alguna, solo la mera existencia de un momento hermoso que debe
preservarse por la eternidad.
Pero por más que intente
separarme del universo, mi existencia sigue clavada a el, inseparable y sin
remedio. El tiempo sigue su curso inexorable y ella se separa lentamente de mí,
me aparta tiernamente con sus brazos, me da la espalda y comienza a alejarse
lentamente, el sonido de sus zapatos resuena en mis oídos, cada eco representa
la maldición de esta perdida, la desdicha, el sufrimiento. Se detiene un
momento, se da la media vuelta y dibuja un cálida sonrisa en su rostro, para
después salir corriendo hasta perderse de mi vista. Ya no esta, se fue, pero
esto esta bien, ya no tengo miedo, no se puede detener el inexorable paso del
tiempo, así es como deben ser las cosas, siempre deben mirar hacia delante y
sin detenerse, justo como ella se fue después de sonreírme. Estaré bien, lo se
con seguridad, aunque no tenga idea de que hacer en este momento o en el
siguiente. Solo permanezco parado contemplando el lugar donde su figura
permaneció en mis pupilas por última vez, sintiendo a un el tacto de su cuerpo
en mi pecho, apretando entre mis manos un cuerpo imaginario que ya no existe.
Estaré bien, vuelvo a decirme,
pero eso será en el futuro, porque ahora solo quiero llorar, llorar y que las
lagrimas se lleven el tacto que dejo en mi interior, que laven el sufrimiento,
que se lleve el dolor, desahogar mi espíritu ahogado por el liquido lechoso que
escurre al romperse un corazón, ese liquido espeso y caliente, que no deja de
fluir, de acumularse en los pulmones de mi alma, necesito sacarlo y entonces
comienzo a vomitarlo, me escurre por la garganta y las fosas nasales, gotea por
los conductos lagrimales de mis ojos, por cada poro de mi piel, comienza a
fluir por mi cuerpo, empapa mi ropa, me quita el aire, caigo de rodillas,
comienzo a dar arcadas y sigo vomitando.
Finalmente se detiene, caigo de costado, en un
charco enorme de un líquido viscoso, tibio y rojo, estoy totalmente mojado con
este líquido, mi cuerpo esta embebido con una fina capa de esta disolución, por
tanto he tomado su forma, su color y su olor, desde una vista aérea no podría
distinguirse mi cuerpo del de la mancha, al menos respiro mejor, me siento mas
ligero, ya no siento que moriré aplastado por el propio peso de mi alma, la
piedra que lastraba se volvió líquida y acabo de arrojarlo. Bien, me digo a mi
mismo, un problema menos, ahora solo tengo que conseguir un corazón nuevo.