Estaba despierto en mi cama mirando el techo azul marino de mi cuarto, ya no tenia sueño, tampoco tenia flojera, o sufrÃa alguna discapacidad que me impidiera levantarme, ya no habÃa razón para seguir en la cama, sin embargo yo no podÃa levantarme, no habÃa razón para levantarme, no habÃa nada urgente o algo que valiera la pena que hiciera que mis pies se movieran y caminaran fuera de mi cuarto. A si que permanecà acostado sin pensar en nada, sin mover un musculo, gastando solo la energÃa necesaria para respirar. El tiempo pasaba lentamente podÃa sentir su flujo aplastando mi cuerpo, un sentimiento incomodo se apodero de mi cuerpo, molestia, tristeza, el gran vacio que tragas al ver que no tienes nada porque vivir.
El sol salió mi cuerpo se sentÃa pesado, mis sentidos embotados con una sustancia densa y pesada que me estrujaba, provocándome una sensación de incomodidad. Pero seguÃa sin ser razón suficiente para levantarme, algo baja, empuja y arde, tengo ganas de orinar, aprieto músculos inconscientemente y aguanto, sigue sin ser razón suficiente. Pasos en el pasillo, alguien se a levantado y toca a mi cuarto – ¡Ya despierta, son mas de las 10! – grita una voz de mujer en sus 30, no respondo sigo mirando el techo con ojos abiertos al máximo, estoy prácticamente muerto, siento el estimulo del mundo pero no produce ningún efecto en mi solo lo contemplo sin perturbarlo ni siquiera con mi pensamiento. Soy un muerto viviente, un zombi sin brazos, ni piernas, ni boca, ni garganta, ni deseos de comer carne humana o causar caos alguno. Soy un alma atrapada en un roca que se encuentra en una alta montaña de cara al mar contemplando el interminable horizonte del tiempo ya no espera nada, no quiere nada, siente pero no procesa.
Una serie de dolores empieza a recorrer mi cuerpo, dolor en el estomago, sÃntoma claro del hambre, mi cadera y espalda comienzan a doler, tengo ganas de orinar, empiezo a sudar por el calor, miro el reloj, son mas de las 12
– DeberÃa levantarme ya – le digo a alguien que no esta.
– Si, deberÃas levantarte ya – responde alguien que no esta.
Pero el zombi no revive, el alma no puede escapar de la roca
– Tal vez deberÃa dormir otro rato, igual luego recuerdo que tenÃa algo importante que hacer… –
El sol salió mi cuerpo se sentÃa pesado, mis sentidos embotados con una sustancia densa y pesada que me estrujaba, provocándome una sensación de incomodidad. Pero seguÃa sin ser razón suficiente para levantarme, algo baja, empuja y arde, tengo ganas de orinar, aprieto músculos inconscientemente y aguanto, sigue sin ser razón suficiente. Pasos en el pasillo, alguien se a levantado y toca a mi cuarto – ¡Ya despierta, son mas de las 10! – grita una voz de mujer en sus 30, no respondo sigo mirando el techo con ojos abiertos al máximo, estoy prácticamente muerto, siento el estimulo del mundo pero no produce ningún efecto en mi solo lo contemplo sin perturbarlo ni siquiera con mi pensamiento. Soy un muerto viviente, un zombi sin brazos, ni piernas, ni boca, ni garganta, ni deseos de comer carne humana o causar caos alguno. Soy un alma atrapada en un roca que se encuentra en una alta montaña de cara al mar contemplando el interminable horizonte del tiempo ya no espera nada, no quiere nada, siente pero no procesa.
Una serie de dolores empieza a recorrer mi cuerpo, dolor en el estomago, sÃntoma claro del hambre, mi cadera y espalda comienzan a doler, tengo ganas de orinar, empiezo a sudar por el calor, miro el reloj, son mas de las 12
– DeberÃa levantarme ya – le digo a alguien que no esta.
– Si, deberÃas levantarte ya – responde alguien que no esta.
Pero el zombi no revive, el alma no puede escapar de la roca
– Tal vez deberÃa dormir otro rato, igual luego recuerdo que tenÃa algo importante que hacer… –
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